jueves, 3 de noviembre de 2011

NUEVAS TALAS DE ENCINAS EN EL CASTRO DE LA MESA DE MIRANDA

Publicado inicialmente el 18/5/2005

Generalmente la cultura y educación hacia el patrimonio histórico y arqueológico va muy unida a la defensa y protección del ecológico. Esto debería tenerse especialmente en cuenta en lo que se refiere a los castros y enclaves vettones, ya que nuestros antepasados eligieron lugares ecológicamente excepcionales para sus asentamientos, y hay que tratar de mostrarlos con todo su belleza natural siendo sutiles en las excavaciones necesarias. 

En Ávila, y especialmente en el castro de la Mesa de Miranda (Chamartín), parece ser que el patrimonio arqueológico está especialmente reñido con el ecológico, ya que los atentados que se están produciendo contra este lugar por parte de la propia Administración desde que se ¿”acondicionó”? para las visitas, son constantes. 

Desde el Colectivo Cantueso sentimos vergüenza ajena por el tratamiento que se está dando a este lugar antes privilegiado, y que se ha convertido en un “campo de batalla” como si quisieran emular los destrozos que efectuaron los invasores. 

En unas primeras actuaciones (la primera fase hace ya algunos años) se talaron más de 20 encinas de notables dimensiones, algunas de ellas se taparon con ramas y coscoja tratando de disimular el desaguisado. Evidentemente los que visitamos la zona en múltiples ocasiones, notamos su falta en el momento, y también el destrozo, bajo el posible lema de “para que se vean bien las murallas, hay que talar lo que moleste a la vista”. 

Por si eso no fuera suficiente, en una última y más reciente actuación se han talado otra media docena más (la mayoría centenarias) a la entrada del tercer recinto probablemente bajo el mismo lema, y como si para mostrar el pasado hubiera que destrozar el presente (y el futuro) ecológico de la zona. 

A esto hay que sumar los restos de las obras que permanecen por allí, las escombreras que se han creado con material de las excavaciones, y los demoches “a hecho”; también hay que unir a esto una más que psicodélica señalización con carteles que en lugar de estar integrados con el entorno, muestran sus pinturas blancas en todo su esplendor. 

Hemos de sumar a esto la falta de control de los visitantes que en ocasiones instalan sillas, mesas de campo y barbacoas a la entrada con sus hogueras correspondientes. 

Desde Cantueso también hemos sido informados de la inminente instalación de un mirador para contemplar el castro desde los alrededores, lo que nos hace temblar de nuevo, ya que si molesta alguna encina será cortada sin ningún escrúpulo, e incluso si no se ve bien el recinto los “genios de la motosierra” seguirán con su labor arboricida. 

Esto sólo puede ocurrir en Ávila. 

¿Quién ha dado permiso para tales desaguidados, si es que existen esos permisos? 
Desde el Colectivo Cantueso exigimos una mayor educación y respeto hacia ese y otros entornos similares, y la exigencia de responsabilidades ante unas talas innecesarias y una degradación de un rincón inigualable de los encinares de la Sierra de Ávila, que además aparecen como zona protegida por parte de la Junta de Castilla y León, debido a su vital importancia para las aves. 

Como asociación Cultural también tenemos especial interés en la arqueología, los castros y el patrimonio histórico, pero de ningún modo podemos permitir que se sigan destrozando lugares privilegiados ecológicamente. Hemos visitado otros castros y restos arqueológicos en otras provincias y el exquisito mimo que se tiene hacia el entorno es excelente. Si existe un árbol en el recorrido de una alambrada, se rodea el mismo evitando que incluso el alambre toque su tronco. ¡Casi lo mismo que por aquí!

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