jueves, 3 de noviembre de 2011

EL SAUCE UN INCONDICIONAL DE NUESTROS RÍOS

Publicado inicialmente el 18/5/2005.

Los sauces pertenecen a la familia de las Salicáceas. Dentro de esta familia existen dos géneros de árboles en nuestra provincia, Populus, que abarca los conocidos chopos y álamos y el género Salix, que comprende a los sauces. 

El nombre “salix”, puede venir de las palabras celtas sal, próximo y lis, agua, es decir, próximo al agua. Si bien, otras personas lo atribuyen al verbo “salio”, saltar o brincar, por su rápida reproducción que los hace parecer que saltan de un lado a otro. 

Estos árboles ocupan todas las orillas de ríos y arroyos de nuestra provincia, acompañan a los cursos de agua y se colocan llenando lo que se denomina el bosque de ribera junto a otras especies como fresnos, endrinos, chopos, álamos, arraclanes y alisos, entre otras. 

Pueden medir entre 5 y 20 metros de altura, las hojas son simples, alternas y caducas. 

En nuestra provincia existen varias especies de sauces autóctonas, el sauce blanco, Salix alba, la bardaguera, Salix atrocinerea, la mimbrera, Salix fragilis, la bardaguera blanca, Salix salviifolia, y otros como Salix purpurea y Salix triandra, además de muchos híbridos como Salix x ruben que resulta de la hibridación del sauce blanco con la mimbrera y otras que no son de nuestras latitudes, como el sauce llorón, muy extendido por los jardines. Hay que pensar que en el mundo existen unas 130 especies distintas de sauces, y lo que es peor a la hora de clasificarlos, muchos de ellos hibridan entre sí, siendo una verdadera pesadilla para los botánicos. 

La corteza del sauce blanco contiene principios activos por los cuales era muy apreciada antiguamente, dado que de ella se obtenía un analgésico similar a la actual aspirina, que ahora se produce sintéticamente. 

Las ramas se emplearon para la fabricación de cestos y capazos, y su madera para la elaboración de cerillas, palillos para los dientes, esculturas y piezas de ortopedia, y era muy buena también para afilar cuchillos. 

Aunque posiblemente, la mejor función de los sauces es la de proteger a los ríos en su discurrir, evitando la erosión que provocan las avenidas y torrenteras, y proporcionando sombra en sus márgenes, lo que evita la excesiva evaporación del agua en verano. 

Su reproducción se realiza fácilmente a través de estacas. La mejor época para recogerlas es el invierno, para ello primero se cortan unos trozos de ramas del árbol, de unos 30 cms de longitud, con 4 a 6 yemas y de unos 3 cms de diámetro. Estas estaquillas se plantan enterrándolas dos tercios de su longitud, y dejando fuera sólo un tercio. Se riegan abundantemente, manteniendo siempre la tierra húmeda. Otro método consiste en coger palos de 2 metros de largo, y unos 5 años de edad y enterrarlos muy profundos, éstos también agarran bien (no olvidemos que estos árboles viven a la orilla de los cursos de agua), por lo que pronto echarán raíces y hojas nuevas. Pasado un año y en el momento de descanso, cuando se les hayan caído las hojas y el invierno haya pasado, podemos transplantarlos de raíz, a su lugar definitivo, la orilla de algún riachuelo, charca o río de nuestra provincia. 

Cuando se realizan encauzamientos de ríos y arroyos, concentraciones parcelarias y obras que eliminan estos árboles, normalmente no se restituyen y si, en el mejor de los casos, se vuelve a plantar árboles, suele ser con especies de otros lugares. Es importante que, en las restauraciones de ríos, se empleen los mismos árboles que estaban antes de iniciar las obras lo que, en el caso de los sauces, es muy fácil gracias a su sistema de reproducción tan sencillo. Bastaría con recoger estaquillas antes de realizar las obras y mantenerlas en vivero, para posteriormente ser replantadas, contribuyendo así a mantener esa diversidad de especies que tanto preocupa. 

Por cierto, si has llegado hasta aquí, una pregunta, ¿sabrías decirnos que sauce es el de la fotografía?

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