jueves, 3 de noviembre de 2011

ZOOGEOGRAFÍA DE LAS AVES DE LA RIBERA DEL CURSO ALTO DEL ADAJA

Publicado inicialmente el 3/3/2011

El río Adaja nace a 1.540 m. en las faldas graníticas noroccidentales de La Serrota, en las Fuentes de la Salud y del Ortigal. En sus primeros 10 km, dentro de su curso alto, discurre bastante encajonado para posteriormente abrirse en las proximidades del pueblo de Villatoro. Desde aquí el río va disminuyendo claramente la velocidad de sus no muy caudalosas aguas, hecho que se consolida cuando discurre por el amplio Valle Amblés en municipios como Solosancho, no cambiando su fisionomía hasta llegar a la capital abulense.

Dentro del valle recibe las aguas de numerosos tributarios todos ellos de menor caudal que los procedentes de la Sierra de la Paramera y en menor medida de la Sierra de Ávila.


Aunque el número de vertebrados que podemos encontrarnos en la ribera es amplio son las aves el grupo más representativo con unas 60 especies. Su distribución la dividimos en los 4 hábitats que pueden incluirse dentro de la ribera y que según su proximidad al agua serían: 
Aves asociadas al agua:


La presencia de especies asociadas a este medio es por la abundancia en él de alimento. De todas ellas sólo dos son nidificantes, la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y el cada vez más escaso, debido al aumento de la contaminación, mirlo acuático (Cinclus cinclus) cuya presencia está siendo relegada a la cabecera del Adaja, cerca de su nacimiento, aunque aún hemos podido observarla durante el verano del 2003 en las proximidades del pueblo de Baterna (Solosancho) en pleno Valle Ambles a unos 1100 m de altitud. La presencia del resto de especies es digna de resaltar pues no son nada comunes en los ríos ibéricos (si en otro tipo de humedales) y menos aún a estas altitudes a excepción del omnipresente ánade real (Anas platyrhynchos). Nos referimos a dos ardeidas como la garceta común (Egretta garzetta) y la garza real (Ardea cinerea) si bien su observación juntas rara vez es posible por ser la primera estival y la segunda básicamente invernante. La última especie avistada, eso si en pocas ocasiones, es la escasa cigüeña negra (Ciconia nigra), hecho este que le merece ser el único representante de este lugar que se encuentra catalogado como en peligro de extinción. El resto de representantes de este hábitat (menos el ánade real) se encuadran dentro de la categoría de interés especial.


Otra especie antes presente pero hoy casi desaparecida es la gallineta común (Gallinula chloropus) a consecuencia de la contaminación a lo que habría que añadir la nueva presencia del visón americano que como buen carnívoro la tiene entre sus presas potenciales, principalmente a los jóvenes. 

Aves asociadas a los márgenes del río y a espacios arenosos formados por la sedimentación:


Dentro del grupo de los paseriformes se encuentran en este espacio la lavandera blanca (Motacilla alba), la cascadeña (M. cinerea), ambas sedentarias y la estival lavandera boyera (M. flava), estando todas ellas catalogadas de interés especial. La misma categoría ostentan las otras dos especies presentes, el pequeño y veloz chorlitejo chico (Charadrius dubius) y el andarríos chico (Actitis hypoleucos) que gusta de formar pequeñas colonias. Ambos son más visibles durante primavera y verano (el chorlitejo chico es estival) ya que es en esta época cuando quedan al descubierto los espacios arenosos, pues en invierno el caudal impide su afloramiento. 

Aves asociadas a las pequeñas terrazas, cortados o taludes que forma el río: 
La variedad dentro de este hábitat no es muy numerosa, si bien en un elevado número de ríos ni siquiera aparece. Dos de las especies incluidas presentan características afines como es su carácter estival y su inclusión en el catálogo nacional de especies amenazadas en la categoría de interés especial. Es el caso del avión zapador (Riparia riparia) y del llamativo abejaruco (Merops apiaster) que haciendo honor a su nombre se alimenta de abejas y otros insectos que son en este espacio muy abundantes. 

Aves asociadas a la cobertura vegetal que rodea al río: 
Dentro de este grupo vamos a diferenciar las aves asociadas al arbolado y aquellas más frecuentes en los matorrales o arbustos. 
Entre las que frecuentan el arbolado destacan por su tamaño la cigüeña común (Ciconia ciconia) y las rapaces como es el caso de los sedentarios milano real (Milvus migrans) y busardo ratonero (Buteo buteo) y de los estivales aguililla calzada (Hieraetus pennatus) y milano negro (M.milvus) que son fácilmente observables siempre y cuando se haga con sigilo al permanecer posadas durante largos periodos en el arbolado. Especialmente significativos son los dormideros invernales sobre chopos de milano real, dentro del municipio de Solosancho en donde hemos llegado a contabilizar hasta 50 individuos. A ellas se suman otras rapaces pero en este caso nocturnas como es el caso del común autillo (Otus scops), mientras la presencia del mochuelo común (Athene noctua), carabo común (Strix aluco) y búho chico (Asio otus) es bastante más escasa si bien este hábitat de ribera con cultivos cerealistas cercanos es bastante óptimo para este último por la presencia de numerosos roedores. 
En cuanto a los columbidos, dos son las especies presentes, la sedentaria y relativamente común paloma torcaz (Columba palumbus) y la estival tórtola europea (Streptopelia turtur) que tiene en estos sotos uno de sus hábitats preferidos. Su peculiar cántico es fácilmente reconocible, pero más aún lo es en el caso de la abubilla (Upupa epops), del llamativo pito real (Picus viridis), y sobre todo en el del cuco (Cuculus canorus). Otro pájaro carpintero presente es el pico picapinos (Dendrocopos major).


Los dos ruiseñores están aquí representados si bien presentan claras diferencias entre ambos lo que supone que el común (Luscinia megarhynchos) pertenezca a la familia de los túrdidos y el bastardo presente en mayor medida en espacios con matorral (Cettia cetti) a los sílvidos. Del primero, estival, puede decirse que tiene en el Adaja a un contingente significativo de individuos, aunque nada comparable a las auténticas bandadas que forman los estorninos negros (Sturnus unicolor). En el extremo opuesto encontraríamos al zorzal charlo (Turdus viscivorus).


Otra familia bien representada son los fringílidos como el común y cantarín verdecillo (Serinus serinus), el verderón (Carduelis chloris) cuyo nombre hace honor a su coloración, el pinzón vulgar (Fringila coelebs), el pardillo común (Carduelis cannabina) o el jilguero (C. carduelis) que se alimenta de las semillas de los cardos, muy abundantes en los barbechos próximos a la ribera. Con un tamaño similar al de los pájaros anteriores encontramos a pequeños páridos insectívoros como el herrerillo común (Parus caeruleus), el carbonero común (P. major) y el carbonero garrapinos (P. ater) que es el más abundante de los tres. Bastantes más grandes resultan, los en ocasiones carroñeros córvidos estando representados por la urraca (Pica pica), el arrendajo (Garrulus glandarius), la corneja negra (Corvus corone), cuyo nombre delata su coloración y los rabilargos (Cyanopica cyana) que forma ruidosos grupos que son fácilmente observables en la ribera y en los encinares cercanos. 
De los cinco gorriones existentes a nivel peninsular en estos sotos encontramos a tres de ellos que son el gorrión común (Passer domesticus), el molinero (P. montanus) y el más escaso gorrión chillón (Petronia petronia) que gusta de cultivos de secano y espacios abiertos próximos al igual que el triguero (Miliaria calandra) que junto con el escribano soteño (Emberiza cirlus) son los dos representantes de los emberícidos. Destacar que todos gustan de alimentarse de grano de ahí su cercanía a este tipo de hábitats. 
Un ave estival muy característica y llamativa por su colorido es la rara oropéndola (Oriolus oriolus). También estival es el alcaudón común (Lanius senator), pero no su homólogo el alcaudón real meridional (L. meridionalis) que es sedentario, siendo ambos los únicos representantes de los lánidos, al igual que el mito (Aegithalus caudatus) dentro los aegitálidos, presente en grupos de 3 o 4 individuos.


Las aves asociadas al matorral de ribera tienen como característica común su pequeño tamaño teniendo como máximo exponente al sedentario chochín (Troglodytes troglodytes). Dos son las familias que prácticamente acaparan este hábitat, los túrdidos y los sílbidos. Los primera tiene como representantes al rechoncho petirrojo (Erithacus rubecola), a la tarabilla común (Saxícola torcuata) y al abundante mirlo común (Turdus merula). La segunda está monopolizada por las currucas, a excepción de los estivales zarcero común (Hippolais polyglotta) y mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli), apareciendo cinco de ellas: curruca carrasqueña (S. cantilans) c. zarcera (S. communis), c. mosquitera (S. borin), c. capirotada (S. atrapilla) y la c. rabilarla (S. undata), todas ellas estivales menos las dos últimas, que al igual que el mito (Aegithalus caudatus) están presentes todo el año.


El relativo buen estado de conservación del curso alto del Río Adaja motivado por la vegetación de ribera circundante, por su calidad de las aguas y por la escasa presión demográfica hacen de este espacio un hábitat ideal para la observación de un elevado número de aves, aproximadamente 60 especies. Muchas de ellas por su diferente grado de protección se encuentran incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas por lo que sería muy necesario dotar de algún grado de protección al lugar, que bien podría ser mediante la declaración de una Zona de Especial Protección de las Aves (Z.E.P.A). Su carácter de curso fluvial y de elemento del paisaje esencial para la conectividad de la flora y fauna han hecho que haya sido incluido en la Red Natura 2.000 como Lugar de Interés Comunitario (L.I.C).


El conocimiento del lugar hasta ahora un gran olvidado que ha facilitado su conservación (no exenta de amenazas) a lo largo del tiempo, debe servir para valorar la riqueza que supone para sus habitantes su conservación.



Jesús Abad Soria

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